domingo, 27 de julio de 2008

Solicitada, por Gabriela D`Alleva


¡No tengo un perro! ¡Tengo dos! En realidad son dos perras. No quiero venderlas, quiero regalarlas al mejor postor.

Condiciones que debe reunir esa persona.

Estar dispuesto a:

Sacarlas a pasear dos veces al día munido de bolsas de plástico e ir donde ellas quieran durante media hora cada vez. Esto le dará la posibilidad, en caso de estar necesitado, de conocer el amor de su vida, otro dueño de perro, con lo cual ya no tendrá dos sino tres, cuatro, lo que dé la circunstancia.

Tolerar que se suban a sillones y camas, en realidad que ocupen su casa como amas y señoras, a cambio de compañía.

Soportar que los vecinos y peatones se quejen de los ladridos y gruñidos varios a cambio de “seguridad”.

Si tiene cónyuge, aprender a enfrentar los conflictos que surgen permanentemente por los motivos anteriormente expuestos pero recuerde que la sabiduría popular sostiene que lo bueno es la reconciliación.

Cuidar que sus alimentos no estén al alcance de estos preciosos animalitos porque puede llegar a quedarse sin su almuerzo o cena. Si está haciendo dieta esto no le va a venir mal.

Proteger su dinero u objetos valiosos, pueden aparecer masticados o hechos papel picado. Siempre podrá usarlos como excusa para justificar dinero faltante por un gasto desmedido.

Si esta persona existe puede llamar al 8457392890, de 9 a 20 horas. Lo estaré esperando ansiosamente, será muy bien recibido y hasta puede obtener una recompensa.

Gabriela D`Alleva

Enamorar a alguien, por Gabriela D`Alleva

Quiero preguntarle a usted señor,

que parece que está solo y espera:

¿existe el amor después del amor?

¿Se puede volver a sentir lo que una vez se sintió?

Yo tengo el deseo del deseo,

¿podrá usted despertarlo y mostrarme que es posible?

Quizá usted reclame lo mismo.

Quizás encontremos la respuesta juntos.

Quizás no exista esa respuesta pero...

¿si lo intentamos?


Gabriela D`Alleva

En este otoño, por Gabriela D`Alleva



En este otoño descubro que lo prefiero, entre las otras estaciones.

Camino por las calles de esta ciudad que cada día me gusta más y en este otoño de mi vida que comienza, los amarillos y ocres que me rodean despiertan en mí un sentimiento de nostalgia que no es triste ni alegre ¿es melancolía?. El afuera y el adentro coinciden.

¿Soy la que fui?

Esa adolescente que se sentaba en las afueras del pueblo para ver el atardecer en el campo, está todavía en mí. El sentimiento es casi el mismo. ¿Estaré despidiendo una etapa de mi vida como antes de la infancia?

Soy la que fui y soy otra, un poco más armada, con algo de desencanto, pocas certezas, menos temores o con otros, pero siempre con esa inclinación por la ensoñación, ese estar encerrada en mi mundo, ese sentirme flotando por la vida.

Después del tiempo transcurrido, de las primaveras, veranos e inviernos vividos, me gusta este otoño.