viernes, 20 de junio de 2008

Raíces y alas propias, por Virginia Guida


Para mi hijo Gonzalo,

que se está haciendo hombre.


No te di raíces.

Llegaste a mi vida

con raíces propias

y te fui regando

con poquita cosa,

con agüita fresca

como si estuviera

con mi amor regando

una tierna rosa.

A veces fui débil

otras veces fuerte

algunas temblé

temiendo tu suerte

y seguí regando

incansablemente

sabía que un día

ya serías hombre y

crecerían alas

en tu espalda noble.

Hoy ya estás volando

porque desde el alma

lograste soñando

lo que tanto ansiabas

y me hace feliz

saber tu alegría

porque estás volando

ya tu propia vida.

Niña-mujer, por Virginia Guida

A mi hija Mariana

una de las dos razones de mi vida…


Así te imaginé

igual a mí,

a veces nena,

corazón abierto-

Otras,

diferente a mí,

impenetrable

mujer

de pensamiento

incierto.

Quisiera saber

qué sentís

qué te duele

qué te invade

-algo presiento-.

Cómo desearía

volverme diminuta,

meterme en tu alma

y allí

quedarme inserta

para velar tus pasos

mi niña mujer…

mi pequeña.