Para mi hijo Gonzalo,
que se está haciendo hombre.
No te di raíces.
Llegaste a mi vida
con raíces propias
y te fui regando
con poquita cosa,
con agüita fresca
como si estuviera
con mi amor regando
una tierna rosa.
A veces fui débil
otras veces fuerte
algunas temblé
temiendo tu suerte
y seguí regando
incansablemente
sabía que un día
ya serías hombre y
crecerían alas
en tu espalda noble.
Hoy ya estás volando
porque desde el alma
lograste soñando
lo que tanto ansiabas
y me hace feliz
saber tu alegría
porque estás volando
ya tu propia vida.