viernes, 20 de noviembre de 2009
El ángel cisne, por Eladia Cicaré
Caminando por el parque, encontré el lago tranquilo y verde. Me senté en la orilla para descansar y cerré los ojos aspirando el aire fresco y perfumado de algunos árboles. Me sentía cómodo y mis pensamientos volaron rápidamente hacia la razón por la que había decidido hacer ese paseo por el parque.
La discusión con Laura fue violenta, no física, pero las palabras me dolieron más que la caída de la escalera al salir tan ofuscado. Me duele todo pero más el corazón. ¡Cómo duelen las palabras cuando quién las dice es la persona amada!
El lago, quieto y manso, cambió de repente. Al abrir los ojos me encontré con un cisne que estaba frente a mí.
- Buenos días - me dijo. No tenía ganas de hablar, pero igualmente dije: - Buen día -.
- Quiero ayudarlo – continuó.
- ¿Por qué? - le pregunté.
- Mi imagen es la de un cisne pero soy tu ángel de la guarda y como siempre estoy a tu lado para solucionar tus problemas.
Sacudí mi cabeza para despertarme y miré mi reloj. Habían pasado solo quince minutos desde que me senté. Estoy seguro que no me dormí, mientras tanto el cisne ángel seguía frente a mí y yo lo vi feo, gordo y sin alas.
- No tenés nada de cisne.
- Usted tampoco- me contestó- mi imagen es la suya, yo soy su espejo, trate de cambiar su humor y cambiará mi imagen.
- Creo que eres Lucifer, andáte !- le repliqué.
El cisne ángel, insistió para que mejorara mi humor, volví a mirarlo y ya no lo vi tan feo, con un ala, me tocó, me sentí mejor, le dije adiós.
Comencé a caminar hacia atrás para seguir mirándolo. De repente tropecé con algo que me aferró, sentí la risa de Laura y nos abrazamos. Volví la cabeza. Ahora el cisne estaba bello, blanco y con un aleteo me despidió.
Reconciliados y felices nos alejamos del lago.
Convencido de que era mi ángel de la guarda, volviéndome a él le dije:
- No me abandones, querido cisne ángel.
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